Vernos en los últimos tiempos es cruzarnos en clases de yoga y apenas saludarnos. Tal como ocurrió hoy.
Que increíble, los tiempos, los momentos, las fluctuaciones. Extraño nuestros momentos, nuestras charlas, ser tu paciente, pasarnos libros, recetas. Extraño escucharte y que me escuches. Ir a comer, tomar unos mates o tan solo pasarnos el parte de en que sintonía andamos. Y ni que hablar de todas las cosas artísticas que aún están esperando que nos ocupemos colectivamente. Extraño nuestro compartir. Creo que es solo este momento. Ahora ya llega la primavera que tanto codicie en todo este año tan arduamente invernal. Seguro todo cambia en mi primavera.
De todas formas, compartimos nuestro yoga. Las clases, el profesorado. Como hoy.
Pero Hoy fue particular. Nuestro encuentro tuvo la tentadora propuesta de que me ofreciste irnos un rato a tomar algo, con las ganas que tengo. Pero sin embargo, yo necesitaba quedarme a la segunda clase. Vos más temprano en el chat me señalaste lo importante de sintiendo lo que siento conectar con Yoga. Leer eso me dio el coraje de darme una ducha, despojarme, desapegarme de tanta cosa y salir a algo que quería desafiarme hace mucho: Hacer doble clase un lunes.
Hice las dos clases, y no solo tengo la alegría de lograr superar mi deseado desafío... sino de que me armonizo y me siento muy bien.
Necesite mucho coraje y sobretodo mucha fidelidad a mi propia palabra en el rechazar irme contigo... Pero aquí van estas palabras de agradecimiento. Y si bien lamente perderme nuestra charla, creeme que hoy lo mejor que pude hacer era quedarme en yoga lo más posible.
Gracias.
Te quiero, Pau Bambú