lunes, 19 de septiembre de 2011

Gracias yoga: Amiga yoguini

Querida Amiga Mujer que intenta ser yoguini,

Vernos en los últimos tiempos es cruzarnos en clases de yoga y apenas saludarnos. Tal como ocurrió hoy.
Que increíble, los tiempos, los momentos, las fluctuaciones. Extraño nuestros momentos, nuestras charlas, ser tu paciente, pasarnos libros, recetas. Extraño escucharte y que me escuches. Ir a comer, tomar unos mates o tan solo pasarnos el parte de en que sintonía andamos. Y ni que hablar de todas las cosas artísticas que aún están esperando que nos ocupemos colectivamente. Extraño nuestro compartir. Creo que es solo este momento. Ahora ya llega la primavera que tanto codicie en todo este año tan arduamente invernal. Seguro todo cambia en mi primavera.

De todas formas, compartimos nuestro yoga. Las clases, el profesorado. Como hoy.
Pero Hoy fue particular. Nuestro encuentro tuvo la tentadora propuesta de que me ofreciste irnos un rato a tomar algo, con las ganas que tengo. Pero sin embargo, yo necesitaba quedarme a la segunda clase. Vos más temprano en el chat me señalaste lo importante de sintiendo lo que siento conectar con Yoga. Leer eso me dio el coraje de darme una ducha, despojarme, desapegarme de tanta cosa y salir a algo que quería desafiarme hace mucho: Hacer doble clase un lunes.
Hice las dos clases, y no solo tengo la alegría de lograr superar mi deseado desafío... sino de que me armonizo y me siento muy bien.
Necesite mucho coraje y sobretodo mucha fidelidad a mi propia palabra en el rechazar irme contigo... Pero aquí van estas palabras de agradecimiento. Y si bien lamente perderme nuestra charla, creeme que hoy lo mejor que pude hacer era quedarme en yoga lo más posible.

Gracias.

Te quiero, Pau Bambú

jueves, 15 de septiembre de 2011

Don't give up


Intuir es un arco iris de posibilidades.
Cuando aparece esa sensación premonitorea en mi ser que acapara mi cuerpo y languidece el deseo de ser por un rato, es la más oscura gama del arco iris de mi propia intuición.
El pensar y el sentir se amalgaman de un modo tan penetrante que no logro distinguir uno del otro ni con el máximo esfuerzo. Entiendo con compasión y dolor a un ciego. Ni con el máximo esfuerzo puedo ver con claridad ni con dificultad el hilo que separa mi derecho de mi invasión.
No logro ni con toda la luz del planeta conservar los colores, creer en ellos.
Y cuando de repente todo ese camino de sensación se concreta brutalmente en la realidad, se termina de teñir el puñal del sin sabor y del deseo de languidecer.
Transportarme lejos es lo único que me aliviaría. Pero aún no lo hago.
Y me siento aún en la oscuridad más ciega y más atrapada, en enredos inmovilizantes.
Confusión, hasta respirar me es una duda en relación a si es mi error lo que siento, o si lo es lo que pienso, o si lo es lo que manifiesto, o si lo es el permitir, o si lo es el no limitar.
Y así todo y como sea. Solo queda seguir. Es solo que seguir es una cosa diferente a retroceder, y la desilusión tiene en si misma el color del retroceso.
Desearía poder ser rescatada por mi misma de este lugar.
Pero mientras los colores no estén solo me resta el esfuerzo de permanecer.

Ya pronto podre pintar, necesito luz. Pero antes que todo necesito transformar esta ceguera en ojos bien abiertos.