En el cumple de Flor a principio de febrero, ella me dio un regalo a mi en lugar de yo a ella. Lo habían comprado con Nico hacía más de dos meses, en el viaje que hicieron a La Angostura. Es una lata de un exquisito y delicado Té Rojo con rosas y jazmines.
Es un mimo gigante. Es un regalo hermoso y todo un detalle que el té tenga jazmín.
Soy feliz cada vez que veo mi lata entre todos mis tés. Es liviana lo cual es sorprendente para la cantidad de hebras que contiene. Para abrirla le saco el sticker suavemente para que siga intacta. Y descubro la delicada tela que abraza y envuelve la mezcla. Es muy perfumada, se fusiona y percibe junto y separado lo suave, lo dulce, lo ácido, las flores, el té... Y la cierro para que no se me vaya a escapar su aroma ni su sabor.
Esto es un mimo de mis amigos Flor y Nico. Gracias, los mimos son tan lindos, necesarios y reconfortantes.
La taza también es un mimo, pero de un amiga que no veo hace años... Por entonces éramos compañeras de trabajo. Ella me trajo esta taza de un viaje, para poder solucionar la aventura de preparar mis tés en hebras en la oficina, ya que esa taza trae un colador propio. En ese momento en el Barrio Chino no se conseguían como ahora... que las hay de variedades infinitas.
Ahora que lo pienso el Té en hebras es una de las pocas cosas que conservo de esa época de trabajo de oficina. O más bien, en ese momento tomar mi Té en hebras era una de las pocas en las cuales en ese lugar podía ser realmente yo.