Los sábados los trenes son diferentes.
Fui al centro a una reunión de un proyecto lindo pero muy lenteja y gelatinoso. Claro que me fui en el tren, es un golazo. Tardo un poco en pasar pero llego a Retiro al toque.
En el viaje me puse a escuchar música desde mi celular. Pero me los quite cuando un virtuoso músico llego a mi vagón porque me dio vergüenza ignorarlo. Tenía un arpa enorme, más alta que él mismo y nos toco algunas canciones. No se si era bueno o malo pero le ponía pasión y entusiasmo. Al principio me molesto porque me gustaba mi música individual, pero admire que el tipo haga de su arte algo público y compartido. Espero poder hacer lo mismo con mi arte... tan solo brindarlo y dejarlo fluir entre la gente. Le daban dinero cuando el pasaba con la gorra al final del mini-concierto. Le di unas monedas.
También paso un vendedor de tijeras, me pareció raro, pero creo que hizo algún estudio de mercado porque solo donde yo estaba sentada vendió 3. Ahí estaba con mi música otra vez y ya no escuche el precio, pero igual no le compré porque tengo muchas tijeras. Aunque no las use, quizás sea una señal.
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