Cuando las palabras ya no tienen amparo entre dos personas es terriblemente desgastador y triste sobrellevar la cotidianidad.
Deseo llamarme a silencio, sin que esto parezca deseo de ignorar.
Sino de resguardarme, resguardar a esa persona, resguardar lo que aún no este dañado para que no se intoxiquen aún más espacios, lugares, cosas.
El otro día en yoga unos compañeros me hablaban de un ejercicio de permanecer en silencio por días, semanas y hasta meses. Me pareció ajeno a mi.
Pero muchas cosas que me parecieron ajenas luego a través del tiempo me las apropie.
Cuando esta mañana la tentación de no levantarme era un deseo profundo de mis entrañas, solo logre transgredirlo con la idea de escribir sobre este deseo de silencio.
Y entonces me levante y pensaba en el título para este post en homenaje al silencio y en el deseo de silencio cuando la palabra no tiene valor entre dos personas. Se me ocurrió investigar el ejercicio de silencio de yoga, lo leí también en un libro hace poco... pero la mañana paso y fue poco productiva, ahora que logre escribirlo como magia la música de mis amados ochentas me trajo el título, la imagen y la compañía para este blog y este estado.
El recuerdo de esta canción que ame y amo desde la primera vez que la escuche en la Z95. Nunca más acertada que hoy en más de 20 años de existencia.
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